Una designación cual punto flaco innecesario.


1- Seguramente muchos verán con satisfacción la reciente designación por parte del Presidente encargado Guaidó del Dr. Ricardo Hausmann como gobernador principal de Venezuela ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por sus formidables credenciales académicas y profesionales, aunque quienes se alegran por este encargo presidencial no deberían tener argumentos contundentes para reprimir cierta inquietud sobre algunos de sus posicionamientos, tanto recientes como del pasado.

2- Porque en efecto, hace pocas semanas Hausmann tuvo una notable cobertura mediática al proponer una intervención militar en Venezuela, algo que intentó matizar luego de afirmarlo, aunque lo fundamental ya estaba dicho. Quienes no lo recuerdan, o no se informaron sobre este asunto, pueden documentarse en el enlace https://www.project-syndicate.org/commentary/venezuela-catastrophe-military-intervention-by-ricardo-hausmann-2018-01?barrier=accesspaylog.

Allí se puede leer el escrito cuyo autor es el mismo Hausmann, donde expresa que military intervention by a coalition of regional forces may be the only way to end a man-made famine threatening millions of lives. El término militar es representativo de lo que el profesor Hausmann realmente pensaba el pasado 2 de enero del presente año. O sea, casi antes de ayer, pues.

Luego vino el boxeo de sombra para suavizar el asunto, aunque queda claro que él es libre de pensar y expresar esa idea, la cual a su vez -al menos hasta que Guaidó apareció en el horizonte-, compartían y comparten aún muchos venezolanos, estando por tanto esa libertad por encima de todo, especialmente  cuando la expresa un particular sin responsabilidad directa en el Estado del país al que se refiere.

Pero la cosa cambia cuando quien así piensa pasa a ser un funcionario de primera importancia en dicho país, por el simple hecho de que él, como cualquier funcionario y miembro de las fuerzas armadas, está llamado a defender la integridad territorial del país al que sirve. Por tanto, aún suponiendo factible esa idea. y que resolvería el drama de Venezuela, alguien como Hausmann simplemente no lo puede decir.

3- En síntesis, Hausmann no debió aceptar el encargo de Guaidó, aunque el país pierda un gran talento a la hora de negociar los financiamientos que desesperadamente necesitará Venezuela. La Historia contemporánea nos recuerda cómo grandes talentos y gente que le ha sido, o que sería útil a su respectivo país, son apartados de esa trayectoria de servicio por haber emitido una declaración no acorde con su papel como hombres de Estado. Y este es el caso. Por tanto, la designación decidida por Guaidó, siendo profesionalmente impecable, políticamente representa un lado flaco innecesario, y una dificultad adicional para forjar el consenso nacional necesario para seguir adelante en el proyecto de libertad. Un consenso que, guste o no, incluye a las fuerzas armadas, las cuales sin duda objetarían tener un representante en un organismo multilateral que promovía la invasión del territorio.

4- Si nos vamos un poco más atrás nos conseguimos con un Hausmann Ministro de Planificación y jefe de la Oficina Presidencial de Coordinación y Planificación -CORDIPLAN, para entendernos-… durante los años 92-93, esto es, haciendo parte de aquellos políticos que basados en el librito de la ortodoxia económica, tres años antes concibieron el Paquetazo que a su vez causó aquel Caracazo con el cual comenzó una pesadilla nacional cuyas consecuencias reales se verían cinco años más tarde y hasta hoy. Hausmann obviamente no tuvo mano directa en aquella política perecista, pero sí el IESA al que pertenecía, y la gente que lideraba el pensamiento económico liberal de entonces.

5- Ahora Hausmann vuelve a una institución financiera que conoce muy bien, puesto que allí trabajó unos años como Economista Jefe desde mediados de los 90. Tal vez desde allí, si es que se queda, podrá contribuir para que el país reciba el dinero indispensable para su reconstrucción material e institucional, comenzando por el rehacer de la economía desde sus propias bases, aunque nadie puede objetar la desconfianza que generan los economistas que ocupan las más altas posiciones en las instituciones de financiamiento multilateral, tanto por su comportamiento personal como por su visión de la sociedad. Por ejemplo, con relación al FMI, su presidente entre el 2004 y 2007 está preso por corrupción y estafa -Rodrigo Rato-, su sucesor hasta el 2001 -Strauss-Kahn- fue conocido por sus escándalos por acoso sexual, la actual presidenta Lagarde se lució ante el mundo al afirmar que había que seguir disminuyendo los salarios de los trabajadores -mas no el suyo, ni su jubilación, ver https://www.diariojornada.com.ar/203368/economia/el_fmi_sugiere_al_gobierno_bajar_salarios_jubilaciones_y_planes_sociales/

6- Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo, a la hora de promover políticas sociales más bien ha optado por seguir lo pautado en el llamado Consenso de Washington, en términos de disciplina fiscal, privatización de empresas del Estado, reforma fiscal orientada a la bajada de tipos marginales, y en general a la liberación y desregularización de la economía, algo que en el papel se ve estupendo, pero que olvida que ni la mano económica invisible que a la postre debería ir poniendo las cosas en su lugar no es tal, sino que es la de quienes gobiernan imponiendo dichas políticas, y que no todas las sociedades parten del mismo punto en materia de pobreza, o de prosperidad, y que por tanto el antibiótico a aplicar al caos financiero creado por malos gobiernos, no puede ser genérico, sino que debe ser específico, algo que no ocurre. Sobre el BID, ver https://biblio.flacsoandes.edu.ec/catalog/resGet.php?resId=53590

7- Venezuela sin duda requiere un cambio profundo, un remezón de largo alcance en lo social, en lo político y en lo económico, y de ello no puede caber duda alguna, salvo en los fanáticos chavistas e imbéciles afines como aquel ministro de economía de Maduro -Salas, se llama-, que afirmó que la inflación no existe.

Pero ese sacudón debe ser consensuado con los trabajadores -los empresarios ya se sabe que aplaudirán estas iniciativas, como lo han hecho durante treinta años en el resto del planeta donde se ha impuesto el neoliberalismo-. Y decimos específicamente los trabajadores, porque si bien serán ellos quienes por hartazgo y por hambre y enfermedades quienes llevarán a Guaidó en hombros a Miraflores, también serán ellos mismos quienes protagonicen un vuelvan caras cuando se percaten de que se les exigirán sacrificios sin tener nada claro si ello contribuirá a erradicar la pobreza y la desigualdad en el país. El caso de Nicaragua, donde esa manera de negociar causó la ruptura del mundo del trabajo con las fuerzas democráticas para que volviera la barbarie de Daniel Ortega, debería ser una referencia a tener en cuenta.

Independientemente entonces de la actual posición de debilidad de Venezuela a la hora de negociar en esos organismos multilaterales, lo que menos se espera es que las propuestas que allí se lleven sean consensuadas con esos millones de venezolanos que soportarán las cargas. Pero esa ni ha sido la cultura de los negociadores ni de los mismos gobernantes; y CAP II, junto a sus ministros de economía, las líneas maestras que salían del IESA y de aquella PDVSA con fama -justa o injusta- de insensible social, son nuestro ejemplo más tangible.

8- Venezuela, hay que repetirlo, requiere de un sacudón en materia de gobernanza, pero no se podrá hacerlo solo desde Miraflores, aún con el apoyo de los cuarteles y con negociadores de gran talento en los foros internacionales. El caso italiano, griego, español, francés, y en parte el mismo de Alemania -promotora en la Unión Europea de la austeridad económica para equilibrar las finanzas- confirma que la ortodoxia del BID, o del FMI en ese caso, lo que hace es incrementar la desigualdad social y destruir el tejido de seguridad social en materia de salud, educación, atención a los más débiles, a la infancia, etc. Dicha ortodoxia, además, se equivoca al identificar el crecimiento del PNB con la prosperidad si la riqueza no es repartida, como yerra al promover bajos impuestos en beneficio de las corporaciones a cuenta de que éstas reinvertirán para crear mayor empleo, olvidando que en la actualidad gran parte de esos beneficios se orientan a actividades especulativas que nada tienen que ver con la creación de empleos.

Políticas como las del FMI y el BID -compartidas por sus directivos y gobernadores, entre ellos Hausmann-, son las que en Europa han provocado el despertar de movimientos extremistas de izquierda como Podemos y nacionalistas de extrema derecha como VOX en España, le han dado alas a Le Pen en Francia, han llevado al poder a Le Lega en Italia, y qué duda cabe que han tenido mucho que ver con el referendo sobre el Brexit, cuyo caos creado a posteriori está a la vista, todo lo cual ha desestabilizando por completo el equilibrio de centro moderado que tanto costó configurar durante décadas entre la democracia cristiana y la social democracia.

Se equivocan los liberales y neoliberales al afirmar que mayor prosperidad económica traerá mayores exigencias en materia de libertades personales y políticas, cuando está a la vista que centenares de millones de chinos y decenas de millones de vietnamitas entregan esas libertades al Partido a cambio de estabilidad política y económica.

9- Imponer ideas neoliberales a cuenta de sanear las finanzas, sin que todos los estratos sociales compartan proporcionalmente el debido sacrificio, es precisamente lo que ha creado el sustrato que permitió a Trump ser presidente, y será el mismo que lo sacará del poder, y es lo que ha hecho de la Unión Europea un coto de caza para los neofascistas; aún así las instituciones de EEUU y la UE han sabido resistir, y lo harán hasta que esos movimientos cobren poder real en ellas -allí veremos qué pasará, entonces-, pero bien se sabe lo que sucede cuando estas líneas de gobernanza se imponen en Latinoamérica -caso Argentina, Ecuador, Bolivia, paquetazo de CAP II, etc.-. De manera que allí se juega con candela.

10- No es, por tanto, cierto que una sociedad se configura solo con políticas económicas, porque aunque la Economía es necesaria, ésta no es suficiente para generar prosperidad. La cultura laboral latinoamericana es muy diferente a la europea y norteamericana, para bien y para mal, y en esto la Historia tiene mucho que ver, con su colonialismo, las riquezas del subsuelo que crean la tentación del rentismo, los gobiernos títeres cuando se era el patio trasero de EEUU, etc. Latinoamérica por tanto sigue siendo un cuero seco, donde no es de sorprender que en Argentina vuelva a gobernar una suerte de kirchnerismo con o sin Cristina, en Brasil un clon de Lula, y en una Venezuela futura alguna variante chavista, algo con lo cual la imposición de políticas al estilo Consenso de Washignton sigue teniendo mucho que ver.

No creemos que Hausmann piense así, pero al menos a Guaidó hay que echarle el cuento en sus dos versiones. Acá se intenta hacerlo.

Hermann Alvino

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