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1- Era sabido que los partidos de aquella democracia venezolana tenían una excesiva dosis de personalismo que con el tiempo iba estrechando cada vez más los márgenes de quienes disentían de las políticas a la que el máximo nivel de cada organización optaba por poner en práctica; dependiendo del grado de poder del disidente –un poder que tuvo en el pasado aplicando también el mismo personalismo, o uno creciente todavía incapaz de imponer su voluntad-, eventualmente había divisiones traumáticas, como las que vivió AD en los años sesenta y COPEI en los años noventa.

2- Claro que para la dirigencia en general disentir del faraón de turno podía traer un serio tropiezo para su trayectoria política y para seguir en la brecha una vez que había sido identificado como persona incómoda tanto para el líder máximo como para su entorno operativo y el de confianza personal, básicamente se requerían dos condiciones, siendo la primera un temple personal que sea capaz de capear ese rechazo para desempeñarse en ese espacio delimitado por esa cortina invisible que de repente configuraba sus límites, y un margen financiero adecuado para poder optimizar dicha parcela, para salir de ella  e interactuar con la debida energía tanto dentro de la organización como fuera de ella.

3- Lo más interesante de aquella relación entre el poder establecido y quienes disentían sobre el curso de acción partidista, era que casi siempre esas críticas tenían como objetivo final el bien común e implícitamente también contribuirían a perfilar mejor la identidad del partido, y por tanto a reforzar ese mismo poder interno que tendía a rechazarlas. Nótese que acá no se habla del típico “quítate tú p’a poneme yo”, como tampoco de impedir que logros objetivamente positivos para el bienestar partidista y general no puedan concretarse si son protagonizados por el adversario, sino todo lo contrario, cual motivación al logro, independientemente de quien la pueda protagonizarlo.

4- Naturalmente que el faraón de turno, al minimizar la posibilidad no solo de recibir críticas internas legítimas sino incluso laminar la probabilidad de que éstas llegaran a producirse, terminará configurando una burbuja muy particular que lo alejará de la realidad interna y nacional, tejiendo dentro de esa cápsula una suerte de realidad paralela o universo alternativo sostenido solo por ese mismo poder interno que, dentro de aquellos partidos de masas con los criterios de inicios del siglo veinte de cúpulas similares a los soviets rusos, decidía quien iba en una lista de cargos de elección con posibilidades reales de ser electo, y quien no. Y en la medida en que ese poder interno actuaba a discreción, la burbuja se cristalizaba más todavía, con el efecto adicional que todos esos electos y privilegiados terminaban por creer que “esa realidad” dentro de la cual fueron ungidos con los favores reales, era la verdadera, algo que desde veinte años también le sucede a los líderes chavistas, que no son líderes de nada ni de nadie, pero que fueron colocados allí por Chávez, el faraón de turno en el MBR y luego PSUV, quien vivió su particular burbuja al margen de la miseria que iba creando en el país, y dentro de la cual siguen viviendo los farsantes que gobiernan en Venezuela. O sea, sus herederos, para entendernos.

5- Pero también naturalmente, aquel poder interno no podía presentarse con su verdadero rostro, esto es, como un proyecto personalista y no en función del bienestar nacional, y por tanto debía cumplir son ciertas formas de estilo similar a la cacería de patos con cartuchos de perdigones, diciéndole a todo el mundo “yo estoy contigo”, al tiempo que dentro del círculo más restringido se usaban dardos muy finos para apoyar con precisión quirúrgica a quienes convenía. Un jueguito que cuando se descubría obviamente se transformaba en una avalancha de falta de credibilidad y rechazo a ese líder para que todo se viniese abajo con rapidez, aunque antes de ello, y durante su ciclo de mando, la crítica interna se inertizaba mediante comentarios que no apuntaban a las ideas sino al desdén personal, a título de “él(ella) es un loquito(a)”, “es un(a) resentido(a)”, o “es ignorante”.

Es la historia de nuestra democracia, pues, y lo peor de todo es que nada de eso ha cambiado, puesto que los partidos que se han opuesto al chavismo durante estas décadas han heredado los mismos vicios de personalismo y aniquilación de la crítica interna constructiva.

6- Pero no es objeto acá el recordar las imperfecciones de los partidos opositores al chavismo, ni todas sus mezquindades a partir del personalismo de quienes ya no representan a nadie pero siguen -y hasta con poder de veto- dentro del círculo de las grandes decisiones opositoras, ni es menester resaltar  que nunca han presentado un plan de país como alternativa a la gobernanza bárbara del chavismo, porque entre la herencia del pasado está el no hablar en público serenamente con propuestas de gobernanza, sino de dar un mitin muy bien estructurado y expresado pero sin aportar nada que racionalmente motive al venezolano a salir de Maduro y de toda su corte de criminales. Racionalmente, no visceralmente, cual técnica opositora transformada como urgencia en salir del chavismo, sin considerar en ningún momento lo importante, o sea qué se piensa hacer de ganar la presidencia.

7- Ahora que la oposición ha consensuado un candidato es deber presentar algunas observaciones, a sabiendas que casi todas, de llegar a destino y recordando esa herencia comentada, también serán desechadas, comenzando por el hecho de que ese consenso representó algo muy lejos de una elección democrática puesto que ha sido el dedo de MCM quien ha impuesto ese nombre, algo solo posible porque en estos momentos MCM es dueña de la dinámica opositora. Por otra parte es evidente que el resto de los micropartidos se le han sumado para concretar ese “consenso” esperando recibir los respectivos favores de ese poder, si es que llega a Miraflores -porque estemos claros: ni la Causa R, ni lo que queda de AD, mucho menos ese cascarón llamado COPEI, etc. representan a nadie, como tampoco los micropartidos parásitos del chavismo-.

8- Ha sido entonces el coraje de MCM retando al régimen durante muchos años, pero solo expresado en frases valientes sin propuestas de fondo, lo que la ha convertido en el faraón(a) actual, algo que Rosales no pudo evitar al concentrar su acción política solo como gobernador del Zulia. Y ha sido su dedo el que decidió la candidatura de Yoris, y luego la de Edmundo González, personas decentes y cuya edad, sin vivir las loqueras internas de los partidos de la extinta democracia, le ha permitido conocer aquella realidad. En el caso del candidato González -al igual que la profesora Yoris en lo académico- su misma actividad de funcionario del servicio exterior le había librado de ese juego partidista interno, pero ahora él, independientemente de sus méritos, es el resultado de una decisión a dedo, algo inocultable.

9- Aun así, el candidato bien podía haber arrancado un inmenso entusiasmo inicial declarando su intención de recorrer el país con una intensidad acorde con estos cortos tres meses antes de la elección, y sin embargo dijo todo lo contrario, dejando claro que ese recorrido lo realizaría MCM y la gente de la plataforma unitaria. No es cuestión de edad, estemos claros, porque si ese dedo hubiera apuntado, por ejemplo a alguien un poco mayor que González Urrutia, como Eduardo Fernández, podíamos estar seguros que el extigre se quitaría el ex de encima y se lanzaría de cabeza a ese recorrido, siendo lo anterior un simple ejemplo einsteniano tipo Gedankenexperiment -o sea experimento imaginario, por si acaso, aunque nótese el detalle de que Fernández sí se ha pasado estas décadas haciendo propuestas de gobernanza, y eso le honra-.

Que el candidato no recorra el país sino la líder que lo escogió para representarla en la elección crea un silogismo inquietante, cual es que si la campaña la hace MCM, entonces, de ganarla, pues será ella quien realmente gobierne. Si esa es la idea, entonces será bueno que lo dejen claro para no insultar a la inteligencia de los ciudadanos, y allá el candidato si acepta ese trapicheo.

Pero de no ser así, entonces el candidato, si desea ganarse por completo la voluntad y el respeto ciudadano, incluyendo el de los votantes chavistas, bien podría hacer ese esfuerzo enorme –después de todo él aceptó lo que él mismo llamó “misión”-, para estar cerca del país y ahuyentar las sospechas de que al final de lo que se trataría es de llevarle la banda presidencial directamente a su casa. Estamos seguros de que si éste fuera el caso Amazon bien podría hacer una excepción con Venezuela y prestar servicios para hacérsela llegar. Y con Amazon Prime llegará más rápido, en caso de necesidad.

10- Junto a lo anterior, esto es, que muchos queremos un candidato de verdad y no por mampuesto, estaría el asunto de cuáles son sus propuestas para gobernar yendo más allá de las declaraciones genéricas tipo “transición” o “conciliación”. Por su experiencia profesional y vivencias internacionales él de seguro tendrá una idea clara de país que supera con creces a quienes lo han designado candidato. Probablemente, por su modestia, a él le vale aquello de  «Esse quam videri» -más importa ser que parecer-. Pero esto es Venezuela, y además de serlo, hay que aparentarlo, y hacer que la estridencia de su entorno, por sus palabras se convierta en contundencia, para ganar, y para gobernar.

Pero cuidado, quienes se atrevan a decir estas cosas en ese entorno probablemente no irán p’al baile.

Hermann Alvino

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