Tormenta perfecta.


Perfect-Storm-in-Social-Network-acceptance– De Ronald Reagan se dice que provocó el colapso de la URSS, con su escudo galáctico que conllevó a los comunistas a un gasto militar insostenible; otros dicen que fue por la superioridad del Capitalismo frente al Comunismo, o incluso la labor de Juan Pablo II.

– Lo cierto es que la URSS gastaba mucho en mantener su imperio, que también incluía al chulo cubano; y para ello se basaba en su exportación petrolera; pero en 1985, el Reino Unido aumentó la producción de crudo de 2 a 10 millones de barriles diarios, con lo que el precio del barril se derrumbó de $32 a $10, generando un agujero financiero soviético tan grande que en solo cuatro años arrasó con todo su poderío.

–  Ese fue el factor fundamental de aquel colapso, reforzado además porque el resto de productores, lejos de disminuir sus volúmenes de exportación, los aumentaron para compensar la caída de ingresos, golpeando adicionalmente el precio del barril.

– Todo lo cual viene al caso por la actual contracción de la demanda global, debida al estancamiento europeo y la ralentización china, y por el aumento global de la oferta, debido a la entrada de EEUU como productor autosuficiente, factores éstos que se han combinado para que el precio del barril caiga de $110 a $80.

– Esta disminución del precio del crudo, en una suerte de repetición de la historia, implica que la actual Rusia de nuevo tendrá que lidiar con un enorme agujero financiero, ya que sus ingresos dependen en gran parte de sus exportaciones petroleras, complicándole así a Putin sus intentos para revigorizar la influencia global de ese país

– Dentro de este complejo equilibrio petrolero de volúmenes y precios, hay que recordar que la producción interna de EEUU solo es rentable a partir de unos $80 por barril, de lo contrario ésta se paralizaría, y las eventuales importaciones elevarían de nuevo el precio del barril; pero lo cierto es que ello no se sabe si ocurrirá, ni cuando, lo que hace suponer que un rebote significativo tardará cierto tiempo, especialmente si es ya evidente que los exportadores tradicionales no tienen ninguna intención de cerrar el grifo, por un motivo tan válido como la ley de oferta y demanda, como es el mantener sus cuotas de mercado y los clientes importantes.

– En contra de esa tendencia a mantener producción y mercados, el latrocinio chavista que ha arruinado a PDVSA ha creado la tormenta perfecta, que implica extraer mucho menos crudo, mal venderlo a chinos y chulos, perder mercados, y tener una disminución de ingresos tan significativa que ya hace irrelevante a cuanto se estimó el precio del barril a exportar. Y de lo poco que ingresa, gran parte se va en intereses de la deuda.

– Como el petróleo no se puede comer, y si se pudiera ya no hay para todos, Maduro deberá escoger entre importar comida para los venezolanos, o seguir alimentando a las conocidas sanguijuelas; aunque bien podría romper este dilema, con salidas sensatas, como por ejemplo las que en materia agroalimentaria ha presentado la plataforma Punto de Encuentro (ver resumen en escrito de P.P. Fernández en http://goo.gl/tQraki).

– Lo irónico es que el régimen endógeno no se estructura precisamente sobre la indispensable complejidad de la extinta URSS, lo que le otorga a estos pillos cierto margen de maniobra para no colapsar, y éste es el dato que la oposición deberá tener en cuenta: que con todo y el desierto de escasez que se avecina, no será nada fácil sacarlos del poder.

Mientras eso ocurra, habrá que abrirle otro agujero al cinturón. Como en Cuba, obviamente.

Hermann Alvino        

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