«Occidente» en Ucrania (1/3)


1-En el año 1823 el presidente norteamericano Monroe presentó durante su discurso El estado de la Unión lo que años después se llamaría como la doctrina con su mismo nombre, consistiendo ésta en la afirmación de EEUU como potencia americana dispuesta a apartar toda influencia europea en el continente. Cabe recordar que EEUU todavía no era la potencia que emergió a inicios del siglo XX, y su Unión y dominio simultáneo sobre ambas costas del Atlántico y Pacífico deberían esperar unos cuantos años, al tiempo que su fuerza naval estaba lejos del poder marítimo de las potencias europeas.

2- Sabiendo dichas potencias las mencionadas limitaciones era de esperarse que no se le hiciera mayor caso a esta intención de dominio de EEUU, y durante las décadas siguientes, al menos hasta que los norteamericanos desarollasen un poder militar y naval cada vez más sólido, tanto Inglaterra como Francia, Alemania, Holanda o España, pusieron pie –de nuevo- en el continente, y como ejemplo se tiene Belice, las islas caribeñas anglofrancesas, la misma Cuba, el intento prusiano contra Venezuela para cobrar la deuda nacional, o el envío a México por parte de Napoleón III de Maximiliano para que se consolidara allí como emperador.

3-Por supuesto que en el resto de América las reacciones fueron las de esperar, especialmente luego de que en la mayoría de países latinoamericanos la independencia de España era un hecho consumado, y naturalmente que desde aquella misma declaración de dominio de EEUU en la región, las relaciones con Latinoamérica, para bien o para mal, siempre han estado constreñidas por ese marco del más poderoso.

4- Han pasado dos siglos desde aquella manifestación del presidente norteamericano y está a la vista de que esas intenciones de no dejarse arrebatar su mando en la región han podido ser una realidad, al menos hasta consumado el siglo XX, quedando pendiente la evolución del reto que potencias como China e India, la desmejorada Rusia, y potencias menores como Irán o Turquía –con todo y estar dentro de la OTAN, o sea, en teoría aliada plena de EEUU-, han puesto sobre la mesa en términos de cambiar el actual orden internacional basado en la preponderancia de EEUU a partir de la disolución de la URSS.

5-Durante las primeras décadas luego de su manifestación de intenciones, la Doctrina Monroe fue desdeñada, por las para entonces, potencias europeas no solamente porque el poder militar y naval de aquella Unión incompleta no podía evitar un intento serio de alguno de esos países europeos de poner pie firme en territorios adicionales a los que ya tenía en América sino que también fue tomada a la ligera al estimar que aquella declaración presidencial -elemento central dentro de la visión geopolítica de EEUU- porque delataba el temor de una eventual y creciente presencia europea en la región una vez que se había llegado a un nuevo orden europeo postnapoleónico -que volvería a quebrarse poco después, pero eso es otra historia-.

6- Sin embargo, con todos los temores norteamericanos y la consolidación de las potencias europeas, el hecho consumado fue que el término “Occidente” se aplicaba a América, y esto es lo que viene al caso si lo insertamos en el contexto de los últimos treinta años durante los cuales “Occidente” ha llevado a cabo la lucha contra el terrorismo islámico y ahora está empeñado en la defensa de Ucrania.

7- Porque antes de las dos guerras mundiales del siglo pasado, “Occidente” no incluía a Europa sino que era sinónimo de América, región que, justamente, se ubica al oeste de Europa. Por tanto, ha sido la creciente presencia y poder norteamericano en aquella Europa para derrotar dos veces a  Alemania y sus aliados el factor que con el tiempo ha ido insertando a dicha Europa dentro del término “Occidente”, sumándole además democracias como Japón y Australia. Pero el término que nos ocupa esconde que luego de la Primera Guerra Mundial los norteamericanos volvieron a su país, pero al terminar el segundo conflicto, bien que se quedaron en Europa y Japón. Por tanto cabría preguntarse si EEUU liberó a Europa del nazismo o si la invadió para terminar ocupándola, y la respuesta es ambas cosas, dominándola casi por completo en lo económico e industrial como ya apuntaba – en ¡1968!- Jean-Jacques Servan-Schreiber en su libro El desafío Americano.

8- Visto así, con EEUU como máquina económica e industrial implantada en una Europa destruida y con un poder militar norteamericano preeminente en la organización de defensa creada ad hoc para contener al enemigo soviético –la OTAN-, incluso con el enorme desarrollo europeo posterior pero sin mayor crecimiento en lo militar, no tiene mayor sentido seguir hablando de un “Occidente” defendiendo la integridad territorial ucraniana, como tampoco la defensa de Taiwan frente al claro intento de China de reincorporarla a su territorio.

Porque en realidad, aquel “Occidente” integrado por EEUU y Latinoamérica, al que cien años después se le sumó Europa, en realidad, al menos ahora, es solo EEUU.

9- Porque, para entendernos, para EEUU tanto Latinoamérica como Europa son alianzas instrumentales, si bien no todas, o ninguna, voluntarias por parte de esos aliados, que poco pintan en lo militar y sí mucho en estar atados a la máquina económica norteamericana. De manera que afirmar que la defensa de Ucrania o la de Taiwan –de Israel y Palestina se hablará en los siguientes posts- es vital para “Occidente” en realidad lo que se quiere decir que lo es para EEUU, porque para ese país, Rusia sigue siendo un enemigo estratégico aunque en los últimos documentos sobre este tema, EEUU hable de China como tal.

10- Y la prueba más fehaciente de que a EEUU poco le importa Europa emergió con las sanciones energéticas a Rusia luego de su invasión a Ucrania, porque estaba cantado que en un mundo ávido de petróleo y gas, si Europa –léase básicamente Alemania, máquina industrial de la Unión Europea, pero militarmente atada y ocupada por EEUU, como ocurre en Japón-, no compra ese petróleo y gas, pues obviamente lo iría a comprar China y la India, con el añadido de que dado que Rusia sí necesita esas divisas para su guerra y un mínimo de bienestar de su población, pues lo adquirirían con descuentos notables, como terminó ocurriendo.

De manera que a la recesión europea por no tener petróleo ni gas a precios razonables se le unió el avance ruso en términos relativos de PIB y se le allanó tanto a China como a la India una ruta energética adicional a la del Medio Oriente. Menuda estrategia pues, la norteamericana en términos globales, pero muy eficaz para atar más todavía a Europa, ahora obligada a comprar mucho petróleo y gas de EEUU, de menor calidad, y más caro. Y en este sentido bien cabe preguntarse quién fue el mandante del sabotaje del gasducto con el que Alemania y la UE se abastecían desde Rusia.

11- Por otra parte, no deja de llamar la atención que el mandato de EEUU para que los países de la UE dentro de la OTAN gasten el 2% de su PIB en armamento para disminuir la carga norteamericana en esta materia, implica comprar dicho armamento –hablamos del más avanzado y sofisticado, no de pistolitas ni granadas de mano- a la industria de armas de EEUU, para que con esto se vaya cerrando un círculo de adicional de dominio norteamericano en la región.

12- Por supuesto que cabría preguntarse las razones por las que EEUU “defiende” a Ucrania en una guerra por mampuesto, ya que EEUU no pone tropas en ese territorio, pero ello conlleva a preguntarse las razones de esa invasión putiniana, y el porqué, sabiendo de antemano que Ucrania, con o sin armas de EEUU, no tenía ninguna posibilidad de salir victoriosa, EEUU a través del irresponsable británico Boris Jhonson, cerró el camino de la negociación,y por supuesto de la tregua, al convencer a Zelensky que se podría derrotar a Rusia -y tal vez hasta despiezarla-; una tregua y negociación que tenía al mismo Putin como protagonista y al mandatario turco como mediador.

Una tregua que bien llevada habría traído una paz estable y le habría ahorrado tanto a Ucrania y a Rusia centenares de miles de muertos, se habría evitado una destrucción que ha hecho de Ucrania un país no viable, evitado esos millones de refugiados en la UE, y le habría ahorrado a norteamericanos y europeos de a pie centenares de miles de millones de dólares y euros para invertirlos en salud, educación, atención a los más frágiles, infraestructuras, etc., y de paso, estar mejor posicionados para encarar el reto chino. Muerte, destrucción y sufrimiento, pues, que se podría haber evitado.

Cabe preguntarse así sobre el nivel mental de quienes gobiernan EEUU y la UE.

Hermann Alvino

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