«Occidente» en Ucrania (2/3)


1- Sobre  la pregunta con la que se finalizó el pasado post sobre el drama ucraniano relativa al nivel mental de quienes gobiernan a EEUU y a la UE, se descubre que no hay  mucho margen para una respuesta benévola, cuando por una parte el presidente francés propuso enviar tropas de la OTAN para defender Ucrania, territorio que NO es de la OTAN y que por tanto traería la escalada militar con “Occidente” –léase EEUU-, en una guerra directa con Rusia, esto es, entre dos potencias nucleares cuyo conflicto potenciaría las alianzas ya existentes –recordemos lo que sucedió una vez catalizada la Primera Guerra Mundial-, que en este caso todas son nucleares –China y Corea del Norte por un lado, Israel, Francia y Reino Unido por el otro… que se sepa con relación a tener armas nucleares-.

2- También se puede deducir que en realidad esos gobernantes son dependientes de los “lobbys” que les financian sus actividades políticas y además les brindan ese enorme apoyo mediático con el que europeos y norteamericanos se han idiotizado por tantas falsedades y verdades a medias sobre este conflicto. Porque después de todo, la continuación de la guerra -la presente y las que vendrán- representa prosperidad para una industria armamentista que gustosamente apoyará esos gobernantes y legisladores para seguir en la brecha. Esa dependencia política implica un descarado cinismo, como el del mismo Biden a quien la prolongación de esta guerra parecería favorecerlo en sus aspiraciones de reelección, aunque esto es muy discutible porque depende de si ello acuerpa al país frente a un “enemigo” ruso, o si el ciudadano de EEUU está harto de las guerras en general y lo que le han costado, terminando además en rotundos fracasos –Iraq, Afganistán, y no mencionemos a Vietnam…-.

3- En cualquier caso, a las puertas de las elecciones europeas que decidirán la orientación política y programática de la UE, muy pocos candidatos son partidarios de la paz como valor prioritario a la hora de legislar y actuar como Unión, al tiempo que la derecha exmoderada –dejó de serlo hace años-, la ultraderecha y hasta la misma socialdemocracia apoyan el seguir gastando dinero de los contribuyentes en una causa perdida como es la ucraniana, con una Polonia, además…, eventualmente dispuesta a alojar cohetería nuclear apuntando a Rusia, algo que de inmediato provocó que ese país trasladase parte de su cohetería nuclear al territorio de su súbdito bielorruso. Ya contaba Christopher Clark sobre el sonabulismo que terminó eclosionando en la Primera Guerra Mundial.

4- Por otro lado, hay que referirse al poder mediático de EEUU a cuya cola se suman los medios europeos a la hora de desinformar al ciudadano. Nótese que esta desinformación no solamente sirve para que pase desapercibida la estulticia de quienes toman decisiones con relación a Ucrania, sino para que se apoyen esas acciones; esas noticias también y preventivamente van orientadas a configurar la adecuada matriz de opinión pública para el voto guerrero en las elecciones de la UE.

Dentro de esas perlas informativas estuvo la del Primer Ministro italiano Draghi, quien durante su ejercicio como tal afirmó que con las sanciones petrolera y gasífera Rusia quebraría al poco tiempo –Rusia ha crecido proporcionalmente más que la UE durante el período de esas sanciones…-; así mismo durante dos años abundaron las noticias sobre el derrumbamiento del frente ruso, que sus soldados combatían con palas en vez de bayonetas, que la reacción ucraniana de primavera los haría retroceder hasta sus mismas fronteras, que Putin tenía un cáncer terminal –se le veía “hinchado”-, que el golpe de Prigozhin –jefe del grupo de mercenarios Wagner- lo desplazaría del poder, aunque al poco tiempo éste miserable pereció en un “accidente” aéreo y el fracaso de su golpe además sugirió que Putin no andaba escaso de apoyos internos. O la insistencia sobre el delirio putiniano de reestablecer las fronteras zaristas, o las soviéticas, y que luego de conquistar Ucrania se tragaría toda Europa.

5- Naturalmente que ninguna de estas desinformaciones tenía base cierta y que la verdad sobre la invasión rusa era algo distinta; una realidad que quienes estaban al mando de la estrategia de EEUU, por más idiotas que hayan podido ser tampoco eran ciegos. Al final del cuento ahora muchos analistas y periodistas que se lanzaron de cabeza a hablar de lo que no sabían para ganarse los favores de los editores y políticos cómplices de esta perspectiva, ahora hablan de negociar una vez que parece imposible revertir la presencia rusa en el Donbas, pero lo hacen  luego de la destrucción que ha hecho de Ucrania casi un país material y funcionalmente inviable con centenares de miles de jóvenes muertos en combate y millones de exilados. Y mientras la prensa cómplice de los perros de la guerra aupaba la muerte, quienes decían ciertas verdades eran censurados, ridiculizados, cuando no acusados de ser asalariados del Kremlin

6- Un punto interesante es la información sobre las ambiciones imperiales de Putin como para fagocitar a Ucrana entera y luego entrarle a los países fronterizos de Europa. Puede ser… siempre que las atómicas sean parte del menú diario del ruso, porque si consideramos que solo con tomar la entera Ucrania se requeriría al menos medio millón de soldados que se desempeñarían en un entorno abiertamente hostil, la lógica indica que Putin deberá limitarse a mantener bajo control al Donbas, al menos como territorio intermedio frente a una Ucrania con eventual presencia creciente de la OTAN.

7- Y es en este punto entonces, cual es el de disponer de territorio intermedio que brinde margen de acción frente a posibles invasiones al territorio ruso, que hay que detenerse con atención. Porque la Historia nos recuerda que a Rusia, tanto Napoleón y Hitler intentaron invadirla para ocuparla y dominarla, y aunque no pudieron por sus errores de libro al subestimar el invierno, la logística, los piojos y otras calamidades, junto a la capacidad de sacrificio rusa –mantenida sin duda por la mano de hierro del zar y por Stalin-, ello no oculta la realidad geográfica que indica que lo que separa Rusia de Europa son una inmensas planicies que facilitan cualquier intento de invasión, y que solamente disponiendo de terreno intermedio –léase, ¡Ucrania!-, Rusia tendrá margen para preparar sus defensas.

8- El punto anterior es fundamental para comprender porqué para Rusia –con o sin Putin- tener justo en sus fronteras a países de la OTAN,  sabiendo además que para EEUU Rusia sigue siendo un enemigo estratégico, constituye lo que Putin ha llamado como “peligro existencial”, y por tanto, la paulatina incorporación de países que antes estaban en la órbita soviética –y por ello a lo largo de las fronteras rusas- es sinónimo de ese peligro existencial, y así se explica –por ejemplo- la retoma de Crimea para no poner en peligro el acceso de la flota rusa en el mar Negro una vez que toda la costa oriental de esa mar es ahora parte de la OTAN.

9- También se explica así la dureza de Rusia hacia Georgia, que es otro país exsoviético considerado como precandidato a integrar la OTAN, y por supuesto, con la excusa perfecta de los habitantes del Donbas ucraniano, que en su mayoría son prorrusos y que objetivamente han sido maltratados, reprimidos y humillados por los diversos gobiernos ucranianos, Putin invade esos territorios para “defenderlos”, cuando en realidad su acción guerrera consistió en una advertencia por el peligro existencial de tener en sus fronteras a una Ucrania integrante de la OTAN.

Por supuesto que esto del peligro existencial es discutible, considerando además que Putin tiene una visión muy particular de la Historia, tanto con relación a Ucrania como con “Ocidente”; una visión que en gran parte no se corresponde con la verdad histórica, pero es lo que hay cuando un autócrata, quien objetivamente cuenta con un apoyo poblacional importante, gobierna un país con armas nucleares.

10- Visto así, ese “peligro existencial” que clama Putin, que ya había aumentado de manera exponencial con la incorporación a la OTAN de los tres países bálticos –Lutuania, Letonia, Estonia-, dejando además aislada entre el mar y Polonia –otro miembro de la OTAN- al territorio ruso de Kalinigrado, más lz incorporación de Hungría, la República Checa, Rumanía, Moldavia, Eslovaquia, ahora se ha elevado a límites más que preocupantes con la añadidura a la OTAN de Finlandia y Suecia.

Sobre Finlandia, por ejemplo, se puede decir que es un ejemplo de libro para destacar la figura de país neutral en este tipo de conflictos entre grandes potencias. Finlandia lo ha sido durante muchas décadas sin mayores roces con su vecina Rusia. Otro país neutral por acuerdos de postguerra es Austria, cuya prosperidad e influencia en el mundo nadie pone en duda, como la misma Suiza. De manera que ser “neutral” no es sinónimo de degradarse, mas sí lo es de comprender que hay casos en los cuales por la realidad geográfica y la clase de vecinos –o calaña, caso Corea del Norte-, junto al poder militar de éstos, hay que aceptar ciertos hechos. Y Rusia, para bien o para mal, es uno de estos hechos, como lo es EEUU para México, o China para Taiwan.

Quedaría por tanto explorar los motivos por los que Putin tomó la decisión de invadir el Donbás ucraniano, pero partiendo de dos premisas fundamentales, siendo la primera de que esa acción obedeció a lo que el ruso consideró como peligro existencial una presencia adicional de un vecino integrante de la OTAN, vecino además con un territorio muy extenso y plano que haría a Rusia presa fácil de una rápida invasión.

Y la segunda premisa, tal vez la más importante para comprender todo este razonamiento, es que comprender las razones de Putin no implica aceptarlas, como tampoco apoyar su invasión. Estar con el pueblo ucraniano no es apoyar a sus oligarcas corruptos, como tampoco estar al lado del pueblo ruso conlleva apoyar a su autócrata, siendo todo esto equivalente –se escribirá en un par de post sobre ello-, a lo de estar con Palestina, que no es lo mismo que apoyar a los carniceros de Hamas, al igual que estar con Israel no implica apoyar a su gobierno de apartheid ahora acusado de crímenes de guerra, y por supuesto, que criticar con elementos de calado a ese gobierno tampoco equivale a ser antisemita.

Así que con el sentido común para saber separar los silogismos engañosos habrá que explorar los orígenes de la guerra de Putin.

Hermann Alvino

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